La responsabilidad afectiva o emocional es aquella capacidad con la que contamos para ser conscientes de las consecuencias que pueden generar nuestros actos a los demás. Es decir, cualquier contacto genera emociones en aquellas personas con las que nos estamos relacionando, lo que puede influir en su bienestar emocional. Por esto, una persona que sea responsablemente afectiva evitará cualquier tipo de comportamiento que genere emociones negativas, ya sea hacia él mismo o hacia otra persona.

¿Cómo puedes educar a tus hijos para que sean responsables afectivamente?

Este es un trabajo que debe hacerse desde casa, es necesario trabajar ciertos valores en los niños, así como dar ejemplo de esta habilidad

Descubrir las emociones y aprender a gestionarlas

No podemos pretender que nuestros hijos sean responsables afectivamente si no saben distinguir los diferentes tipos de emociones ni como gestionarlas. Por ello, una de las primeras tareas que debemos hacer los padres es enseñares, cuanto antes mejor, cuáles son las diferentes emociones que podemos llegar a sentir. Eso sí, es importante empezar con las emociones básicas, como la alegría y la tristeza, e ir avanzando hacia las más complejas, como la vergüenza, a medida que nuestro hijo vaya creciendo. Por ello, decimos que se trata de un trabajo constante donde la familia juega un rol fundamental.

Además de darles a conocer las emociones, también será necesario que les ayudemos a gestionarlas. Al igual que reconocer las emociones lleva su tiempo, aprender a gestionarlas también. Así, debemos poner especial atención a las emociones que nuestros hijos experimentan a diario, hacerles conscientes de ello y ayudarles a canalizarlas. Debemos validar sus emociones, pero también explicarles por qué algo no está bien o qué deberían hacer para no sentirse de un modo determinado.

Importancia de establecer límites

A medida que nuestros hijos van creciendo, debemos explicarles la importancia de poner límites; es decir, deben ser conscientes de aquello que les afecta y establecer qué van a tolerar y qué no de aquellos que les rodean. En este sentido, pues, la tarea de los papás y mamás es doble: no solamente debemos ayudarles a identificar aquellas situaciones en las que se deben establecer límites, sino que también debemos potenciar su autoestima. Solo un niño que se quiera a sí mismo será capaz de alejarse de aquellas personas que le dañen con sus acciones sin temor a quedarse solo o sin amigos.

Sé un patrón a seguir para tus hijos

La familia, sobre todo los padres, debemos enseñar con ejemplo. Así, debemos ser los primeros en demostrar responsabilidad emocional hacia los demás, incluso con los mismos niños.

La mejor manera de ser ejemplo de responsabilidad emocional es mediante la cotidianidad y la comunicación activa. Así, podemos hacerles notar que algo que nos han dicho, o hecho, nos ha molestado o nos ha ofendido. O, todo lo contrario: algo nos ha hecho sentir amados y queridos. De este modo, les estamos haciendo conscientes de que sus acciones nos generan emociones y, de acuerdo con su naturaleza, nos sentimos mejor o peor.

Sin embargo, como hemos mencionado, la responsabilidad afectiva es bidireccional. Con ello, queremos destacar que también deberemos dejarles que expresen sus emociones ante nuestra forma de actuar o ante algo que les hemos dicho y no les ha gustado. Obviamente, en este punto, deberemos validar cómo se sienten y justificar nuestra conducta. O, simplemente, reconocer que nos hemos equivocado si es el caso. A diferencia de lo que muchos padres pueden pensar, reconocer que nos equivocamos ante nuestros hijos es la mejor manera de mostrarles que somos humanos y, al fin y al cabo, servir de ejemplo.

Por último, queremos recordar la importancia de establecer un entorno de confianza plena en el seno familiar. Para ello, es necesario fomentar la sinceridad y la comunicación, así como la empatía y la validación de las emociones y sentimientos de todos los miembros de la familia. Solo desde la confianza y un entorno afectivo estable, los niños serán capaces de abrirse y explicarnos cuanto les suceda: estadio principal y necesario para poder enseñar gestión de emociones y, por ende, responsabilidad afectiva.

La responsabilidad afectiva es una habilidad que tanto niños como adultos deberíamos entrenar. Este concepto nos habla de las emociones que generamos en los demás, así como de la importancia de ser empáticos y comprensivos con los que nos rodean con la finalidad de construir relaciones sanas y estables.